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LA NUEVA ALTA COSTURA PIDE PASO

OPINIÓN, Marzo 2022
por Josefina Figueras | Nº 177


Tenemos ya circulando las esperadas imágenes de la Alta Costura de París para la próxima temporada de primavera-verano. La dichosa y persistente Covid’19 no ha podido desbaratar su lustre y su prestigio y después de un tiempo de dudas y especulaciones, los desfiles presenciales han vuelto a iluminar las pasarelas. Las colecciones, con las precauciones debidas y con un plus de optimismo y creatividad, han vuelto a demostrar que su papel en la moda es imprescindible si no se quiere renunciar a la sorpresa, al glamour y al arte.

Ahora nos preguntamos, ¿realmente está definido el futuro de la Alta Costura? No es ningún secreto que este tipo de moda superselecta no solo ha tenido que capear guerras y pandemias sino que ahora tiene también que enfrentarse con nuevos modos de entender la moda: sostenible, el fashion sharing o alquiler, la moda regenerativa… ¿Resistirá el envite de tanta innovación? Sí, ya sabemos que son cosas muy diferentes pero poco conciliables, que necesitan ambas su espacio propio y su público adicto. 

La Alta Costura tiene una vida relativamente corta pero intensa. Al acudir al inicio de su historia nos encontramos con la genialidad de Charles Frederick Worth que llegó a París en 1885 con solo 20 años y abrió su taller en la calle de la Paz. Worth reivindicó el nombre de artistas para los antiguos artesanos costureros y empezó a firmar sus creaciones como si fueran obras de arte. El “diseñador artista” creaba unos modelos y los presentaba a las clientas para que pudieran elegirlos y confeccionarlos después a su medida. Fue también el introductor de los pases de modelos sobre maniquíes vivientes. 

La nueva fórmula iniciada por Worth dio sus primeros pasos en la Exposición Universal de París del año 1900 que congregó a gente de todo el mundo en el Pavillon de L´Elegance y convirtió a París en capital mundial de la moda proporcionando un excelente negocio para Francia. Al cabo de poco tiempo, muchas importantes casas de modas cultivaron el nuevo estilo: Patou, Chanel, Dior, Balenciaga… Una moda lujosa y atractiva se estaba afianzando y adquiría un carácter internacional liderada por París. 




LA NUEVA ALTA COSTURA PIDE PASO

A finales de los años 60 se inició el gran proceso de democratización de la moda. El mayo francés, los progresivos avances de la estética de la moda industrial, los cambios de rumbo de la sociedad dieron alas a una nueva fórmula: el “prêt-à-porter”. Empezó a hablarse de la gran crisis de la Alta Costura. En la portada de la revista “Paris Match” apareció la inquietante pregunta: “¿Morirá la Alta Costura?”. La respuesta acertada fue NO, solamente cambiaba de signo. Su nuevo papel era el de laboratorio de ideas para convertirse en punta de lanza de la moda que, aprovechando el fulgor de sus nombres, se pudieran comercializar productos más asequibles a los bolsillos. 

Con la expansión del prêt-à-porter, el cambio de signo experimentado en la moda tuvo una repercusión en su organización y posición social. El numero de clientas fue disminuyendo con el paso del tiempo. Si en 1975 contaba ya solamente con 3.000, en 1985 se había reducido a la mitad. Si a finales de los 40 la Cámara Sindical de Paris daba el titulo de Alta Costura a 195 firmas, en el año 1995 se veían reducidas a poco más de 30.

Algunos diseñadores se apuntaron a los nuevos aires, otros compaginaron la Costura con las fórmulas del prêt-à-porter, pero en general la Moda con mayúscula no se vio afectada por esta nueva corriente y surgió también un prêt-à-porter de lujo y con fórmulas vanguardistas y presentaciones espectaculares sobre las pasarelas que también empezaban a sufrir el zarpazo del Street style


Recientemente, la moda se ha visto afectada por revoluciones de otra índole: la pandemia ha cuestionado sus principios y se ha puesto en duda la posibilidad de una moda exquisita que juega a cuestionarse sus propios ideales de belleza. La pregunta que se hacía una vez la revista “Paris Match” (¿Morirá la Alta Costura?) ha vuelto a resonar sottovoce en estos últimos meses entre las aterradoras cifras de la pandemia y la crisis galopante. Pero la Alta Costura, una vez más, ha sacado fuerzas de flaqueza y ha luchado para recuperar su lustre y su prestigio, que se irá cimentando en los próximos meses y que ha influido ya en los ánimos de la moda prêt-à-porter que, en las Semanas de la Moda, está ya presentando en las pasarelas unos modelos coloristas, alegres y con proyección de futuro. 

¿Se podrán compaginar su nueva vida con las mil sugerencias que va inventando la industria textil innovadora? Algunas características que hemos descubierto en los últimos pases de Alta Costura demuestran saber también neutralizarla y enfocarla con serenidad y energía porque su empuje se presenta con fuerza. Se pueden dar cifras muy elocuentes de la creciente influencia de estas nuevas corrientes pero bastará una de ellas para calibrar su impacto: se calcula que para 2033 la ropa sostenible y el fashion sharing generará en España un creciente mercado que superará los 1.300 millones de euros. 

Las prospectivas de la Alta Costura no anuncian ganancias instantáneas pero sí que se está en la curva ascendente en deseos y realidades de creatividad. La nueva Alta Costura, tan esperada tanto por el público como por los diseñadores, se basa sobre todo en el trabajo perfecto, en una artesanía depurada que también avanza a marchas forzadas en vestidos que requieren muchas horas de trabajo. Algunas casas del máximo prestigio nos muestran recuerdos vivientes de la moda de Balenciaga, Dior y Chanel y no renuncian a un medido y estudiado clasicismo. 

La nueva Alta Costura irá marcando más su tendencia a resaltar la individualidad de las prendas, a demostrar con hechos que ya nadie duda a estas alturas de que la moda es un arte, pero seguirá mirando de reojo y con las precauciones necesarias todas las iniciativas alrededor de la moda sostenible, el fashion share, los armarios circulares y cuantas iniciativas surjan en el variopinto y cambiante mercado de la moda.

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