LOS GOYA Y SU ALFOMBRA ROJA

Los eventos que se han sucedido a lo largo de estos últimos meses en medio de los avatares de la pandemia reclamaban todos titulares parecidos: diferente, singular, extraño... Los Goya de este año, convertidos en fiesta virtual, han generado otros nuevos. Emma Suarez, veterana con dos Goyas en su haber, calificó el evento de “valiente” y Antonio Banderas, el presentador, la definió, como una gala “elegante y sobria”. La verdad es que el actor malagueño supo responder a este criterio porque desde el momento inicial toda sus intervenciones se distinguieron por su tono elegante y cultural con retazos claros de emoción que culminaron en el minuto de silencio por las victimas del coronavirus. Este año no hubo discursos conflictivos, con tintes políticos o concesiones a la chabacanería que se habían detectado en algunas ediciones anteriores.

Fue una estupenda casualidad que los Goya número 35 de la serie dieran con sus premios un alto reconocimiento al arte y buen hacer de muchas mujeres que han ido acaparando este difícil y merecido protagonismo con su esfuerzo y su inteligencia. Una fórmula mucho más efectiva que las algaradas feministas que se prodigaban en estas mismas fechas por las calles de varias ciudades… La triunfadora número uno de esta edición fue Pilar Palomero que recibió por su película “Las niñas” premios a la mejor película, a la mejor dirección novel y al mejor guion original. Otros premios importantes recayeron en Patricia López Arnaiz, mejor actriz protagonista por “Ane”, Nathalie Poza mejor actriz de reparto por “La boda de Rosa” y Jone Laspiur, mejor actriz revelación por “Ane”. 

Esta gala tuvo también otra característica muy emotiva. Los triunfadores y los nominados recibían la alegría del premio desde sus casas conectando con el Teatro Soho de Málaga, donde se celebraba la gala, en ocasiones rodeados de algunos familiares y casi siempre dirigiendo su éxito hacia personas allegadas como un rasgo de atención y cariño. No cabe duda de que los dramas familiares que irremisiblemente se han vivido con motivo de la Covid han concienciado de lo importantes que son las relaciones familiares y el hueco profundo que llenan en nuestras vidas. 

No podía faltar el glamour y la elegancia de la alfombra roja que se instaló en el Gran Hotel Miramar donde se reunieron los invitados, ya que en el teatro y de forma presencial solo pudieron permanecer algo más de 40 personas. Fue interesante comprobar cómo esta gala del cine daba también opción a poder admirar los diseños de nombres importantes de las pasarelas nacionales e internacionales que lucieron algunas de las participantes premiadas, artistas que amenizaron la gala con sus canciones y otras que estuvieron en el escenario del Teatro encargadas de anunciar los premios. 

ANGELA MOLINA. Fue la única premiada que permaneció en el Teatro Soho como depositaria del Goya de Honor por su trayectoria. Lució un vestido creación de ARMANI PRIVÉ con reflejos dorados y piedras incrustadas y una falda plagada de volantes que le permitió moverse con gracia por los pasillos recibiendo felicitaciones por su excepcional premio ¡Enhorabuena! 

MAGGIE CIVANTOS. Un tejido sofisticado con transparencias y bordados joya realzaban la línea sencilla de este modelo firmado por ROBERTO CAVALLI, de manga larga, escote a la caja con una pequeña cola. 

PENÉLOPE CRUZ. Este año no acudió a la gala como premiada sino como repartidora de premios. Vestida con un modelo CHANEL, su firma de cabecera a la que ha representado en muchas ocasiones, en negro con el cuerpo decorado con bordados y cadenas. Pertenecía a la última colección de “Metiers d´Art”, la asociación francesa de Alta Costura que vela por la más lujosa artesanía.