HOMENAJE A PERTEGAZ EN EL MUSEO DEL TRAJE
CULTURA, Febrero 2015
Pertegaz con modelo

Pertegaz en su taller
Se han cumplido cinco meses del fallecimiento de Manuel Pertegaz, el número 1 de la edad de oro de la Alta Costura española. En el Museo del Traje se le ha rendido un homenaje con un encuentro en el que han participado varias personas que habían vivido o trabajado junto al genial modisto en distintos momentos de sus 96 años de vida. Un acto que ha recogido con datos, vivencias y anécdotas la calidad humana y profesional del hombre que llegó a ser el máximo referente de la moda española a nivel internacional y que además… fue “profeta en su tierra”.
El salón de actos del Museo del Traje se llenó de profesionales de la moda, antiguas clientas o simplemente admiradores de Manuel Pertegaz. Una gran foto del modisto presidía el estrado donde los que le rodearon en su vida nos fueron contando sus recuerdos.
El acto estuvo coordinado por el periodista y sociólogo Pedro Mansilla que recordó la presencia de Manuel Pertegaz en unas jornadas dedicadas a la moda en El Escorial, y otros momentos que vivió junto al modisto. La faceta familiar de Pertegaz fue evocada por su sobrina Dione, que hizo su Primera Comunión y se casó vestida por su tío Manuel.
“Era un hombre que tenía pasión por su familia -explicó-. Quiso entrañablemente a su madre, a sus dos hermanas y a sus tres sobrinas. Yo nací en la casa donde estaba instalado el taller de mi tío, en el número 490 de la Diagonal de Barcelona. Me enseñó muchas cosas sobre la vida diaria, unas referentes a la moda y otras sobre situaciones tan corrientes como poner un ramo de flores. Viajé mucho con él. Si tuviera que citar alguno de sus defectos diría que el mayor era su impuntualidad. Llegaba siempre tarde pero cuando lo hacía llenaba cualquier espacio con su presencia”.

Con clientas


Con maniquíes
HOMENAJE A PERTEGAZ EN EL MUSEO DEL TRAJE
Una de sus antiguas maniquíes, Nuria Valdaura, aludió a muchos aspectos de su relación profesional con Pertegaz al que calificó de “maestro de maestros”. Recordó su gran pasión por el trabajo, siempre ajeno a la presión mediática que le rodeaba. No tenía nunca una “maniquí musa” sino que elegía siempre a la que mejor podía realzar cada modelo.
“Trabajar con el –dijo- me ha servido mucho en la vida. Era muy exigente y tenía un genio muy vivo. Pero aprendí a su lado a vestir, a moverme, a maquillarme y muchas cosas más. A pesar de las broncas que a veces nos caían puede decirse que sus maniquíes entrábamos como “vacas locas” y salíamos como cisnes”. Tenía un gran respeto por cada una de nosotras. Yo creo que era un hombre que sabía respetar tanto a los de arriba como a los de abajo”.
El periodista Jesús Mª Montes Fernández recordó las entrevistas que le había hecho en situaciones realmente comprometidas, cuando se intentaba conocer datos sobre el traje de novia que confeccionaba para Letizia Ortiz y que él sorteaba con prudencia pero con amabilidad. El diseñador José Mª Fillol, que fue quien lanzó las primeras fases del prêt-à-porter en España como verdadero producto de moda, elogió también la profesionalidad y sentido estético de Pertegaz, y la escritora Isabel de Villalonga, autora de un libro que salió en el año 2000, que manifestó su deseo que se hiciera una obra más amplia y completa sobre el modisto.

Manuel Pertegaz
El fotógrafo Antoni Bernard recordó momentos en que realizaba las fotos de sus modelos y Ángel Tribaldos, muy emocionado, que fue la mano derecha de Pertegaz y continúa ahora el recorrido comercial de la firma, evocó los años que pasó junto al maestro. “Estamos hartos de feísmos y de experimentaciones -manifestó Enrique Loewe- Creo que es necesario profundizar y sacar de nosotros lo mejor, el verdadero sentido de la estética aplicado a la vida cotidiana como descubrimos en la vida de Pertegaz”.
El encuentro terminó recordando la faceta empresarial de Manolo Pertegaz junto a la creativa. Las licencias, los perfumes, incluso algunas franquicias siguen vigentes. En todo marcaba siempre su impronta. “El veía todo lo que se firmaba con su nombre: bolsos, pañuelos, fragancias, y si no le gustaba no salía a la venta”, cuenta su sobrina.
Pedro Mansilla, antes de finalizar el acto, dio la palabra a algunas personas entre el público asistente que habían tratado y admirado al modisto. “Sería una tontería decir -concluyó- que Manuel Pertegaz era un ser irrepetible pero sí se puede decir que fue un ser excepcional”.