MODA Y GUSTO PERSONAL
OPINIÓN, Octubre 2022Streetstyle parisino
Mezclas audaces
“Seré feliz cuando la gente vaya bien vestida. Cuando una persona disfruta de lo que lleva puesto no solamente se siente empoderada sino que esta propuesta acaba formando parte de su vida”. Estas palabras dichas recientemente por el diseñador Roberto Verino nos marcan el nivel que puede alcanzar la ropa en la vida de la gente.
Se ha discutido bastante tiempo si la moda es un arte. Convencidos ya de que es así y además de que es el arte más universal que existe, debemos considerar sus cambios y pronósticos a través de la historia del vestir, su forma de presentarla y las reacciones de la persona que la viste.
La organización inicial de la moda se llevó a cabo hace más de un siglo cuando el modisto Charles Worth fue considerado el primer representante del “siglo de oro “ de la moda que terminó en 1968 con la retirada de Balenciaga. Worth no lanzó ninguna línea rompedora, aunque suavizó el vestuario femenino, pero su mérito principal es que descubrió la forma de presentar los modelos sobre maniquíes vivientes y además organizó estos pases en dos temporadas clave primavera-verano y otoño-invierno.
Durante varios decenios las cosas funcionaron bien. Los diseñadores presentaban las tendencias personalizadas y distintas con unas precauciones de misterio y de ajuste de fechas que ahora no podemos casi comprender. A las habituales temporadas señaladas por Worth se fueron sumando otros conceptos de temporadas intermedias y se dio la oportunidad a la moda de presentar nuevos productos y nuevas líneas, eso sí, preservando a las Fashion Weeks de todo intento de sometimiento al comercio y manteniendo la llama de lo más preciado: la novedad.
Tendencias para todos
Las compras compulsivas
Pasarelas de marcas
MODA Y GUSTO PERSONAL
Los sucesos, las guerra , las crisis económicas contribuyeron a ir remodelando fechas y tendencias. Baste como ejemplo la convulsión sufrida recientemente con la Covid-19, que alteró fechas y encarceló la moda en sistemas digitales quitándole una de sus facetas preferidas: el contacto directo con el público que todavía está triunfando en algunos sectores. También la moda-espectáculo en las pasarelas y el auge del street style han marcado su huella en la moda y se siguen inventado nuevas “puestas en escena” para conquistar un público, al que debería bastarle una información práctica y exhaustiva de tendencias y colores.
En esta Semana de la Moda de Madrid que acabamos de vivir, los creativos se han aferrado a la música como un elemento más de captación de renombre y de clientes. Cuando entramos por ejemplo a ver el desfile de Ulises Mérida nos sorprendió el ritmo típicamente español de una orquesta bastante nutrida y hasta algunos comentaron con ironía sobre si Mérida no tendría ya noticias de su premio y por eso preparó este ambiente festivo y triunfal. Hubo más, Fely Campo llenó la pasarela con música de Tchaikovski y Chopin; JC Pajares también coronó su desfile con un coro y orquesta, Teresa Helbig recordó las figuras musicales de los grandes festivales y Custo Barcelona se limitó a ofrecernos una música que se pasaba de decibelios…
Si nos fijamos ahora en el elemento personal, podemos atestiguar la defunción de las fashion victims o al menos su cambio de signo. Ya ha desparecido del mapa la persona que seguía implacable y a ciegas las tendencias de la moda sin pensar si estaban de acuerdo o no con su personalidad y su figura. Actualmente la fashion victim se identifica más con la compradora compulsiva, la que quiere participar en todas las tendencias y comprar de todas las marcas tal como vimos en aquella película protagonizada por Isla Fisher “Diario de una compradora compulsiva”.
En la colección de Ulises Mérida
Para llevar con tino sus elecciones en el vestir, la mujer actual se puede enfrentar con la moda opcional con sus variaciones inauditas y certeras y puede elegir con cordura y buen gusto aquello que va con su imagen física y su filosofía de la vida. Ahora la moda, entre el cumulo de propuestas de todo tipo, debe considerarse una tarjeta de presentación personal y no se puede caer en el confusionismo y la arbitrariedad.
Recuerdo que me decía Roberto Verino en el curso de una entrevista: “Una mujer debe vestir de acuerdo con lo que es y lo que piensa, si no la moda se convierte en un disfraz”. La moda debe reflejar la identidad personal sin un disfraz que rebaje o preste a confusión sus ideas y sus aspiraciones. Aquí viene como anillo al dedo este objetivo que ponderaban ya nuestros clásicos. En su obra “Oración a los dioses”, Platón le hacia decir a Fedro: “Otórgame la belleza interior y haz que mi exterior trabe amistad con ella”. La receta sirve también para nuestro convulso siglo XXl.