EL SHOW DEBE CONTINUAR
OPINIÓN, Abril 2021
Desfile con aforo limitado

Jason Wu al aire libre
Este es el título de una de las celebres canciones de la banda de rock “Queen” que tuvo como primer vocalista a Freddie Mercury. Y esto es lo que han hecho los diseñadores de moda durante los convulsos meses del año 20 y primeros del 21: seguir los consejos de la canción de este grupo musical y procurar por todos los medios que el más mediático de los shows, el de la moda, continuara su ruta con los menos sobresaltos posibles.
Hasta hace muy poco tiempo los interrogantes que la moda planteaba se referían a líneas y colores y a elegir bien entre formas de vestir que habían abandonado la unidad estilística y se movían dentro de un collage de tendencias dispares. Ahora a estos interrogantes se anteponen los de saber cómo presentarán la colección los ases de la moda: ¿Cómo conseguiremos ver el desarrollo de cada colección? ¿Será presencial o en forma digital? ¿Transmitida en streaming y con normas drásticas para evitar los contagios de la Covid-19? ¿Cambiarán las fechas y los lugares anunciados una vez más? ¡Quien sabe!
Podríamos citar miles de ejemplos para demostrar que esta variedad de formas de la difícil transmisión de la moda sin contagios peligrosos ha sido una constante de dudas entre los diseñadores y de desconcierto entre los medios de comunicación y los consumidores. Si nos referimos a la alta costura de París, recordaremos que sus gestores habían acordado que se suprimiera su presentación pero pronto cayeron en la cuenta de que no se podía arriesgar un prestigio más que centenario y “el show debía continuar”. Y lo han hecho en su reciente y última versión de forma espectacular.
Las grandes firmas han rivalizado en empuje creativo. Por algo se ha repetido una y mil veces que cuando ¡por fin! el Covid remita, la vida habrá cambiado mucho y continuaremos el show con nuevos procedimientos de pasión innovadora ensayados entre las encerronas de las cuarentenas. Cada uno ha acudido a apoyar su continuidad a motivaciones fuertes y distintas para salir a flote. Tom Ford, el dinámico presidente de la CDFA, nos advirtió con tiempo de que la Fashion Week de Nueva York cambiaría de rostro y así ha sido. El primer cambio fue el nombre. Se llamaría “Calendario de la moda estadounidense”. El objetivo de Ford y su Consejo de Diseñadores era buscar todo el apoyo posible para los americanos y anteponer al concepto de moda global la propia del país. A la vez impulsar su proyección internacional y así han podido presentar digitalmente sus colecciones de febrero continuándolas hasta el 15 de abril en París.

Los cambios de Tom Ford

Nueva York, P/S 21

La Pedrera de Gaudí
EL SHOW DEBE CONTINUAR
Otros han buscado la continuidad y el éxito por medio del arte. Ha sido muy sonada la última presentación organizada por Chanel de “Les Metiers D’Art” -que apoya la difusión de la artesanía de lujo- presentada en el fantástico chateau del valle del Loira Chenonceau, conocido también como “El Castillo de las damas”, que contó con fantásticas modelos pero con una sola espectadora: la actriz Kristen Steward, suponemos que escogida minuciosamente por la maison. Su principal ventaja fue no tener que estar pendiente de todas las precauciones exigidas por la pandemia, entre ellas la de la distancia interpersonal mínima porque el resto de la gente que se ocupó de la colección la tenía a muchos metros de distancia y sus únicas vecinas cercanas eran las históricas paredes del castillo…
En España también hemos acudido al arte para promocionar nuestras firmas y se ha anunciado ya para finales de abril las próxima edición de Barcelona 080 en un formato totalmente digital en el fabuloso edificio de La Pedrera, una de las obras más inspiradas de Gaudí. Pero el show de la moda no sería posible sin que entrara en el mismo el último eslabón de la cadena: el consumidor.
Los cambios en la forma y organización del modo de vestir que se pronostican para la época post pandemia le afectan también muy directamente. A lo largo de la historia la moda ha sido un reflejo de la sociedad y lo tendrá que ser también en esta ocasión, por eso debemos intentar pilotarla con acierto, con una actitud positiva y de buenas vibraciones que la coloquen en un lugar importante dentro de la cultura y los movimientos sociales.

Chanel en el Castillo de las Damas
Los más optimistas, o quizás realistas, opinan que en esta nueva época veremos las consecuencias de unas ideas más responsable, un modo de introspección que nos hará tener más en cuenta la ética, la estética y la relación con los demás. Podemos hacernos a nosotros mismos unas preguntas muy clarificadoras: “¿Por qué nos vestimos, cómo lo hacemos y para quién?”. En el terreno práctico se vislumbra un mayor espíritu de ahorro, una austeridad que implique como principio librar nuestro armario de algunas prendas inútiles que a lo mejor adquirimos en unas rebajas y que tenían solo el atractivo de unos precios superbaratos.
En el futuro de la moda se vislumbran también muchas corrientes positivas, como el creciente prestigio de la moda sostenible con una industria respetuosa con el medio ambiente y unas consumidoras que sepan aplicar esta cualidad haciéndola a la vez compatible con las tendencias del momento. Va creciendo además el valor de la artesanía que irrumpe con fuerza abriéndose paso dentro de una época que no ha enmendado todavía los errores del “fast fashion” y compensarlo con nuevos métodos para ganar en creatividad y en ventas.
Total, que es preciso adherirse al mensaje de los “Queen” y a pesar de las dificultades llegar a la conclusión definitiva de que “El show debe continuar”. Porque el gran show de la moda es indestructible al paso de los siglos.