LA ALTA COSTURA EN LA ENCRUCIJADA
OPINIÓN, Febrero 2018Chanel y su jardín francés
Blanca Jaager en la fiesta de máscaras de Dior
Además de todas las noticias que la moda ha generado en estos últimos días a nuestro alrededor, se ha celebrado la Semana de la Alta Costura que ha convertido a París en el epicentro de la atención mundial. Por un lado asoma en las pasarelas un “prêt-à- porter” de altos vuelos que pretende llevar a la moda de alta gama por derroteros más comerciales, y por otra se montan alrededor de los desfiles unos escenarios deslumbrantes y unos eventos de gran impacto que apuestan fuertemente por el mercado del lujo. Tenemos como ejemplo a Karl Lagerfeld que para su firma Chanel ha transformado el Grand Palais en un jardín francés donde las modelos, tocadas con flores y llenas de tules, avanzaban como princesas de un cuento de hadas, y a Dior que ha montado una fiesta de máscaras y disfraces alrededor de su desfile para atraer a sus dominios a las “celebrities”. El interrogante es ¿hacia donde va la Alta Costura? ¿Se puede predecir su futuro?
La historia de la Alta Costura ha tenido siempre unos perfiles intensos y variados. Su principal artífice fue Charles Frederick Worth que, con solo 20 años, llegó a París en 1885 y abrió su taller en la Calle de la Paz. Worth reivindicó el nombre de artistas para los antiguos artesanos costureros y empezó a firmar sus creaciones como si fueran obras de arte. El “diseñador artista” presentaba a las clientas sus modelos para que pudieran ser elegidos y confeccionados a su medida. Fue también el introductor de los pases de modelos sobre maniquíes vivientes.
La nueva fórmula ideada por Worth dio sus primeros pasos en firme en la Exposición Universal de París del año 1900, que congregó a gente de todo el mundo en el Pavillon de l' Elegance y convirtió a París en capital mundial de la moda, proporcionando un excelente negocio para Francia. Pronto nacieron otras importantes casas de moda que cultivaron con éxito el nuevo estilo: Patou, Vionnet, y más adelante Chanel, Christian Dior, Balenciaga…
La expansión del prêt-à-porter y el cambio de signo experimentado en la moda tuvo una repercusión en su organización y posición social. El número de clientes de la Alta Costura fue disminuyendo con el paso del tiempo. Para compensar esta deserción estaban sin embargo los múltiples productos de complementos, cosmética, perfumes que triunfaban bajo el relumbrón del nombre de la marca de Alta Costura…
Maquillaje para Dior HC
Retoques antes del desfile de Dior
Rodarte HC entre flores
LA ALTA COSTURA EN LA ENCRUCIJADA
En los años 90 entre las grandes firmas se introdujo la nueva fórmula de dar una orientación más joven a sus producciones haciendo un lifting a su imagen tradicional. Esto significó la irrupción de diseñadores jóvenes y audaces, como John Galliano y Alexander MacQueen, que iniciaron la tarea de convertir la pasarela en un auténtico espectáculo.
Algunos diseñadores no se apuntaron a los nuevos aires pero se sucedieron, sin embargo, los cambios y las paradojas. Giorgio Armani, que siempre había expresado su deseo de hacer un prêt-à-porter de lujo, se enroló en 2005 en la línea de Alta Costura con Armani Privé. Giambattista Valli, un maestro exquisito del prêt-à-porter, se alistó también en la Alta Costura cediendo a la presión de las consumidoras.
Tules y flores en el desfile de Chanel
Los vaivenes y los ajustes no han cesado en la actualidad. Por un lado, están las reivindicaciones de las tradiciones artesanales, por otro las fashion editors influencers crean un estilo particular por las calles y algunos ven ya el street style como un desafío a la continuidad de las pasarelas. Entre los diseñadores ha habido también cambios y recambios importantes, como lo que se ha llamado “la revolución de las diseñadoras”, que ha colocado por primera vez a mujeres en los puestos clave de las grandes casas como Maria Grazia Chiuri en Dior o Claire Waight Keller en Givenchy.
La muchas veces anunciada desaparición de la Alta Costura no ha llegado ni es probable que llegue. La experiencia nos demuestra que es poco menos que imbatible. La moda necesita un componente de fantasía, de trajes espectaculares poco adecuados para llevar pero muy adecuados para admirar y para establecer rivalidades en las alfombras rojas de mayor tronío. Pero hay que estar al tanto, no es posible dormirse en los laureles de un lujo asegurado. No es posible dormir pero sí soñar y la Alta costura vive de sueños y lo podrá todo mientras los todopoderosos de la moda muevan los hilos. El espectáculo continuará.