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BODA DE LOS FUTUROS DUQUES DE ALBA

NOTICIAS, Octubre 2018
por Redacción ASMODA | Nº 139
Fernando y Sofía, ya casados
Fernando y Sofía, ya casados
Delante del altar en el jardín
Delante del altar en el jardín

Se la ha llamado con toda propiedad “la boda del año”, celebrada en el Palacio de Liria de Madrid, entre Fernando Fitz-James, duque de Huéscar, y Sofía Palazuelo, que serán en un futuro los Duques de Alba número 20 de la dinastía. Las cuentas entre el número de invitados se sitúan entre los 600 y los 700. La expectación también tuvo cifras importantes entre los que esperaron la entrada de los novios y el cortejo por los alrededores del palacio. 

En esta ocasión la novia tuvo que desplazarse a la casa del novio y desvelar muy pronto su secreto mejor guardado: el traje nupcial. El modelo diseñado por su tía, la diseñadora Teresa Palazuelo, era de una elegante sencillez de acuerdo con los gustos de la novia: un vestido de manga corta y escote en pico con una larga capa que nacía de los hombros, un detalle que nos recordó el estilo que empleó Balenciaga para sus trajes de novia más emblemáticos. La capa era desmontable y formaba una cola de 3 metros de largo. No llevaba velo ni ninguna de las tiaras que todo el mundo esperaba ver aparecer y que podían ser la tiara ducal con esmeraldas y diamantes, la favorita de doña Cayetana, o la de la Emperatriz Eugenia que lució la Duquesa el día de su boda con Luis Martínez de Irujo y también su hija Eugenia en su boda con Francisco Rivera. Sofía lució un tocado de plumas blancas que rodeaban su moño bajo, creación de Teresa Briz. El ramo era de flores del campo entre tonos blanco y verde. 

El padre de Sofía, separado de su madre desde hace bastantes años, no asistió a la boda y la novia hizo su entrada del brazo de su hermano mayor, Fernando. El novio llegó acompañado por su madre Matilde Solís, vestido con el uniforme de la Real Maestranza de Caballería, el mismo que lució su padre en su boda. Las madre llevaba un vestido azul noche de Lorenzo Caprile y una fabulosa gargantilla de zafiros que perteneció a su madre la marquesa de la Motilla. Se acompañaba de una mantilla negra. 

El novio con su madre, Matilde Solís
El novio con su madre, Matilde Solís
Entre los invitados
Entre los invitados
Traje de novia por detrás
Traje de novia por detrás

BODA DE LOS FUTUROS DUQUES DE ALBA

Se esperaba que la ceremonia de la boda se celebrase en la capilla de palacio pero fue en los jardines que están considerados los jardines históricos más grandes de Madrid. El altar, instalado en un lugar cercano a la capilla, estaba presidido por una imagen de Santa Teresa de Ávila. Toda la decoración daba una gran sensación de verdor y vegetación. La Misa fue celebrada por el sacerdote sevillano Ignacio Jiménez Sánchez Dalf, confesor de la duquesa, que unió también a Cayetana con Alfonso Diez. La Casa Real española estuvo representada por la Reina Sofía, que entró por una puerta distinta a los demás invitados y se despidió al terminar la ceremonia. 

Estuvieron en la boda representantes de toda la aristocracia y nobleza española pero también personajes de otros estamentos políticos, como Esperanza Aguirre, Juan García Margallo, Iñigo de la Serna, diseñadores como Agatha Ruiz de la Prada, escritoras como Carmen Posadas, gentes del mundo de la cultura como Paloma Segrelles –por cierto vestida también por Lorenzo Caprile- y un largo etc. No faltó como es lógico el viudo de doña Cayetana, Alfonso Diez

El almuerzo se sirvió en mesas circulares en los jardines del palacio en un ángulo de corte geométrico de estilo Versalles que tiene en el centro una sencilla fuente del siglo XVIII. Ya entrada la tarde empezó la fiesta en los salones del interior. Abrieron el baile los novios al compás del vals “Bombones de Viena”, y después siguieron bailes de sevillanas y ritmos modernos. 

Los novios con la Reina Doña Sofía
Los novios con la Reina Doña Sofía

Para esta ocasión el novio cambió su vistoso uniforme por un smoking y la novia se deprendió de su capa dejando ver la espalda del vestido surcada por una ristra de pequeños botones forrados. Hubo las tradicionales fotos con los testigos y el baile siguió con una gran animación. 

En medio del ritmo y la alegría terminaba la “boda del año” que discurrió en un ambiente que aunaba lo moderno con lo tradicional muy bien combinado y dosificado. ¡Enhorabuena!

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