LA PIEL SENSIBLE ANTE EL FRÍO
IMAGEN, Enero 2015La piel y el frío
Doctora Paloma Cornejo
Estamos en lo más crudo del invierno. Las pieles que más sufren con el frío y con los cambios bruscos de temperaturas son las que en su juventud presentan un aspecto terso y luminoso, sin grasa, impurezas o granitos. Una vez que pasan los años, sin embargo, desarrollan todos los síntomas de hipersensibilidad. Couperosis y telangiectasias son, por su transcendencia estética, algunos de los más importantes
La piel contrae sus capilares frente a agresiones como el frío con el fin de mantener la temperatura corporal constante. A esta vasoconstricción intensa le sigue la vasodilatación posterior de los ambientes caldeados, una situación que la piel guarda en la memoria cuando se enfrenta a la situación inversa del verano. Los cambios bruscos de temperatura constituyen un tobogán vasomotor, que explican la presencia de capilares dilatados con distinto calibre.
A CERO GRADOS
Las pieles finas y secas acusan el rigor invernal con mayor dramatismo que el resto, ya que el frío y el viento acentúan su deshidratación y aceleran su envejecimiento. La tolerancia disminuida a estas agresiones y a los cabios bruscos de temperatura evidencian una alteración de su escudo protector, ya de por sí escaso, en grasa y agua.
El frío daña la piel
Piel reseca
Rojeces
LA PIEL SENSIBLE ANTE EL FRÍO
Cuando el efecto barrera se halla comprometido, los agentes irritantes penetran con más facilidad y, aún peor, se evaporan las escasas reservas de agua. La presencia de glándulas sebáceas atróficas explica la falta de lubricación natural y el progresivo desarrollo de una condición sensible, no necesariamente alérgica, pero sí frecuentemente asociada a eccemas de contacto y a capilares dilatados o rojeces.
Aunque pueden aparecer en escote, cuello y manos, extremidades e, incluso, cuero cabelludo, las telangiectasias en el rostro confieren un aspecto congestionado a nariz y mejillas. Se trata en realidad de estructuras vasculares dilatadas, que se desarrollan en forma de arborescencias visibles y se instalan con preferencia a ambos lados de la nariz. También llamadas arañas vasculares, son dilataciones del árbol venoso en la dermis y con el tiempo adquieren una coloración violácea, más oscura y visible a medida que aumenta su calibre.
La couperosis a su vez se instala en las zonas que más acusan los daños invernales, las mismas que sufren desecación, quemazón, sequedad o tirantez en la piel sensible, una condición cutánea que alterna episodios de normalidad con otros de irritabilidad.
La piel a la intemperie
Cutis y manos
¿CÓMO TRATARLOS?
Para eliminar las telangiectasias o couperosis se emplea el Láser Gémini, que emite dos tipos de onda. Nada más aplicarlo se desencadena un fenómeno purpúrico de pequeños hematomas, que tardan en desaparecer de 4 a 5 días y que es mucho menos evidente que con otro tipo de láseres. La incorporación a la vida normal es inmediata, aunque es necesaria la protección contra el sol mientras queden restos de esos discretos hematomas.
La poiquilodermia es una afectación de la piel que cursa con atrofia cutánea, telangiectasias y alteraciones de la pigmentación característica de las pieles sensibles y de zonas con un mayor grado de exposición a la intemperie, como cuello, zona cervical o escote. También se obtienen buenos resultados con la combinación del láser de colorante pulsado y de luz pulsada médica.
El acné rosácea es una variante del acné que se trata con antibióticos. Sólo si éste se descarta por recaídas, se opta por el láser de colorante pulsado. Según la experiencia del Instituto Médico Láser, la respuesta a este tratamiento es muy variable, ya que no está exento de recidivas, pero resulta menos complejo que el uso a largo plazo de antibióticos.
La dermatitis atópica o seborreica cursa con rojeces difusas y entra dentro del cuadro autoinmune de la atopía. Requiere tratamiento farmacológico y la aplicación tópica de corticoides, que deben pautarse bajo estricto control del médico dermatólogo, para evitar los rebotes y efectos secundarios como la atrofia cutánea.
* La doctora Paloma Cornejo es dermatóloga del Instituto Médico Láser